Lo que la vida me debe


 Mis hombros. 

Recuerdo que estaban tensos. Lo suficiente para causar incomodidad. 

Mi respiración era lenta, pero pesada. Mi mandíbula, al igual que mi espalda, carecían de relax.

— Bueno, entonces ... ¿me vas a decir que demonios te sucede o solo vas a permanecer en silencio mientras tienes esa cara?

— ¿Qué quieres que te diga? dije, mientras era consciente de mi rostro poco alegre.  

— Que me digas qué tienes. Ayer no estabas así.

Yo permanecía callada mientras veia a Daniel efuscarse. No comprendo por qué las personas pretenden que frases como ''ayer estabas bien'' harán que reflexione o que brote confianza. Solo me irritan más y más. 

— ¿Sofia, estás?  preguntó moviendo su mano cerca de mis ojos para hacerme hablar. 

— Nada, Daniel. Me gustaría estar sola. Me quedo un rato más en la biblioteca a estudiar y puede que lea uno que otro libro por ocio. 

— Vale, venga... como quieras. 

Daniel cogió sus libros de economia y se retiro. Yo en cambio, me quede. 

Leia, pero no retenía nada. No recordaba que me ocurría en principio, solo que estaba tensa. Y ahí no recuerdo más. 

Una voz algo desconocido me interrumpió la siesta.

— ¿Srta? ya vamos a cerrar, lo siento. 

— ¡Me he quedado dormida de nuevo! Disculpa. 

— ¿Todo bien, srta? es tercera vez esta semana que le ocurre. 

— Sí, todo en orden. Disculpa extender tu trabajo. No pasa nada. Deja tomo los libros y me retiro. Muchas gracias. 

La conserje de nuevo me había despertado y esta vez me ha mirado con desden. Yo le he regresado el desdén.  ¿Por qué tenía que decirme que era tercera vez en la semana? ¿cree que estoy loca? 

Caminé poco menos de 5 minutos y llegué a mi cama, deje los libros y no fui capaz de leerlos. Solo me eche boca a arriba a mirar el techo. Blanco. Las esquinas del techo eran algo viejas, pero no se podia esperar que una residencia de estudiante en universidad publica fuese hotel cinco estrellas. 

Comence a repensar qué me había ocurrido estas ultimas semanas y no había nada, solo mi cuerpo tenso. De nuevo. 

Darme cuenta de que estaba estresada me generaba más enojo. Quería que alguien me explicase por qué sentía esto. Quería que alguien estuviese ahí para prestarme su hombro. Quería que me devolvieran lo que me dieran por iniciativa todo el amor que alguna vez ofrecí. 

Quería que la vida me diera parte de la alegría que un dia incondicionalmente di. 

Que difícil es cuando el rencor y soledad te atocigan. Qué ironía rechazar a otros y llamarlo soledad del destino y no voluntaria. 

¿Dónde esta? ¿Dónde está esa jovencita que una vez fui y la vida que me perdi?

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