Bucle o sueño
Un escritorio marrón.
Sobre dicho escritorio había un folleto cuyo titulo no logre leer por completo. Únicamente recuerdo una palabra: éxito. No tengo la menor idea de cómo llego el folleto. Sólo estaba al tanto de que yo no era lector del género. No era religioso ni secretario.
¿Dónde estoy?
¿Estoy sólo? ¿es un sueño?
¿Ésta es mi vida? ¿ACASO ESTOY EN UN HOSPITAL POR HABER PERDIDO LA MEMORIA Y ME ESCAPÉ? "Bien, necesitas relajarte. Inhala y exhala, Alberto.", me decía a mí mismo.
Al abrir los ojos y supe que no había culminado. No planeaba perder un día pensando en un sueño inconcluso, tenia cosas que hacer. Vivía solo, era mi ventaja. No tenia a quien prepararle el desayuno, darle los buenos días, ofrecerle café o un aventon hasta su lugar de trabajo. Mi desayuno era lo mas práctico que tuviera en la despensa: café, pan y/o frutas. Lo mismo sucedía con mi atuendo: una camisa manga larga -planchada por mi mismo. Sin filo-, un par de zapatos de mis cuatro pares y los mismos cinco panestacióndurante todo un año. No era sino en invierno que mi vida se veía modificada. Aprovechándome de la monotonía, dejé que mis párpados apagaran las luces.
Aquí estoy. Otra vez.
Esta vez veo una taza blanca con la manga a punto de quebrarse. Quise mirar mi alrededor. En tanto giro mi cabeza la vista periférica me permite identificar la sombra de una fémina. Demonios, sus curvas si que eran pronunciadas. No hablo de su trasero o cintura, la chica o señora era realmente ... Escalofriante. Sus medidas eran nada que pudiese recordar haber visto. No quería acercarme a ella, pero su silueta se acercaba a la mía. No se de donde vino un closet, pero decidí ocultarme en el. Decretaba victoria al haberme ocultado; aún sabiendo que la mujer podía hallarme. Giró la perilla, entrando en la oficina. Tal vez era su oficina. ¡Me descubrirá! Si es su oficina tiene llave del closet. ¡Este closet no tiene llave!
He perdido la cuenta de las veces en las que me he levantado exaltado. Esta era una de esa mañana. No tomaría café. Cojí mis lentes y sentado esperé que mi ritmo cardiaco se estabilizara. Sacudí las sabanas con las que no me arropaba pero que por estética dejaba y en cuestión de minutos las manos me mojaba para desayunar pan sin rellenar. No me había lavado los dientes, por lo que regrese al baño.
Estaba frente al espejo. Humedecí mi cepillo de dientes y derrame sobre el una gota de crema dental. Sonreí frente al espejo por segunda vez y noté que mis lentes estaban agrietados. Eran los únicos que tenia. Cuando Fletcher me pague tendré lentes nuevos.
Terminé delavar mis dientes y de disfrutar el pan. Estaba a tiempo de tomar el transporte mas económico hacia el lugar en donde trabajaba. Descolgué mis llaves, chaqueta y me aseguré de que estuviera la billetera en unos de sus bolsillos. Salí de casa, estire el cuerpo frente a la luz solar y comencé a caminar hacia la estación. Me acechaban. No sabia quién era, el girar mi rostro implicaba confrontación. Miré el suelo y deseaba que fuese mentira. La sensación de escalofríos la reconocía... Al igual que aquellas despampanantes curvas. Acelere el paso y pude sentir cómo la oscuridad me abrazaba y mi pulsación aumentaba. Quería saber quien era y que quería. Dinero no tenia, interesante no era. ¿Mi vida? Llena de monotonía. Eso es estar muerto. ¿Para qué querrían a alguien sin dinero e interés?
Decidí preguntar:
– ¿Quién eres, qué buscas? No soy lo que crees que soy.
– Te buscaba a ti y ya te tengo. Sé quien eres, quien quieres ser, hasta quien no eres.
– Te había visto, pero no sé de donde eres.
– También te he visto. No eres tonto, sabes que mi silueta es anormal. Tonto fue esconderse en un armario vacío.
– ¿Cómo lo sabes, cómo sabes qué soñé? Porque fue un sueño, ¿verdad?
– Te gusta preguntar sabiendo las respuestas. Eres peculiar, eso necesitamos. Sé que te preguntarás quienes <<somos>> y te sorprenderá saber que hay más de un ser escalofriante como yo. Te debe bastar con saber que puedes y debes desarrollar la inteligencia que se te ha heredado...
— Señor, ésta es la última parada. ¿Está usted bien?
— Sí-si, estoy bien... Gracias. Aunque me quedaba hace una parada.
— Aquí giro. Puedo regresarlo sin inconveniente alguno.
— Señor, gracias. Un favor más... ¿podra encender la radio? Es para no repetir la siesta. Por favor, y lamento la molestia.
– Entendido.
Sobre dicho escritorio había un folleto cuyo titulo no logre leer por completo. Únicamente recuerdo una palabra: éxito. No tengo la menor idea de cómo llego el folleto. Sólo estaba al tanto de que yo no era lector del género. No era religioso ni secretario.
¿Dónde estoy?
¿Estoy sólo? ¿es un sueño?
¿Ésta es mi vida? ¿ACASO ESTOY EN UN HOSPITAL POR HABER PERDIDO LA MEMORIA Y ME ESCAPÉ? "Bien, necesitas relajarte. Inhala y exhala, Alberto.", me decía a mí mismo.
Al abrir los ojos y supe que no había culminado. No planeaba perder un día pensando en un sueño inconcluso, tenia cosas que hacer. Vivía solo, era mi ventaja. No tenia a quien prepararle el desayuno, darle los buenos días, ofrecerle café o un aventon hasta su lugar de trabajo. Mi desayuno era lo mas práctico que tuviera en la despensa: café, pan y/o frutas. Lo mismo sucedía con mi atuendo: una camisa manga larga -planchada por mi mismo. Sin filo-, un par de zapatos de mis cuatro pares y los mismos cinco panestacióndurante todo un año. No era sino en invierno que mi vida se veía modificada. Aprovechándome de la monotonía, dejé que mis párpados apagaran las luces.
Aquí estoy. Otra vez.
Esta vez veo una taza blanca con la manga a punto de quebrarse. Quise mirar mi alrededor. En tanto giro mi cabeza la vista periférica me permite identificar la sombra de una fémina. Demonios, sus curvas si que eran pronunciadas. No hablo de su trasero o cintura, la chica o señora era realmente ... Escalofriante. Sus medidas eran nada que pudiese recordar haber visto. No quería acercarme a ella, pero su silueta se acercaba a la mía. No se de donde vino un closet, pero decidí ocultarme en el. Decretaba victoria al haberme ocultado; aún sabiendo que la mujer podía hallarme. Giró la perilla, entrando en la oficina. Tal vez era su oficina. ¡Me descubrirá! Si es su oficina tiene llave del closet. ¡Este closet no tiene llave!
He perdido la cuenta de las veces en las que me he levantado exaltado. Esta era una de esa mañana. No tomaría café. Cojí mis lentes y sentado esperé que mi ritmo cardiaco se estabilizara. Sacudí las sabanas con las que no me arropaba pero que por estética dejaba y en cuestión de minutos las manos me mojaba para desayunar pan sin rellenar. No me había lavado los dientes, por lo que regrese al baño.
Estaba frente al espejo. Humedecí mi cepillo de dientes y derrame sobre el una gota de crema dental. Sonreí frente al espejo por segunda vez y noté que mis lentes estaban agrietados. Eran los únicos que tenia. Cuando Fletcher me pague tendré lentes nuevos.
Terminé delavar mis dientes y de disfrutar el pan. Estaba a tiempo de tomar el transporte mas económico hacia el lugar en donde trabajaba. Descolgué mis llaves, chaqueta y me aseguré de que estuviera la billetera en unos de sus bolsillos. Salí de casa, estire el cuerpo frente a la luz solar y comencé a caminar hacia la estación. Me acechaban. No sabia quién era, el girar mi rostro implicaba confrontación. Miré el suelo y deseaba que fuese mentira. La sensación de escalofríos la reconocía... Al igual que aquellas despampanantes curvas. Acelere el paso y pude sentir cómo la oscuridad me abrazaba y mi pulsación aumentaba. Quería saber quien era y que quería. Dinero no tenia, interesante no era. ¿Mi vida? Llena de monotonía. Eso es estar muerto. ¿Para qué querrían a alguien sin dinero e interés?
Decidí preguntar:
– ¿Quién eres, qué buscas? No soy lo que crees que soy.
– Te buscaba a ti y ya te tengo. Sé quien eres, quien quieres ser, hasta quien no eres.
– Te había visto, pero no sé de donde eres.
– También te he visto. No eres tonto, sabes que mi silueta es anormal. Tonto fue esconderse en un armario vacío.
– ¿Cómo lo sabes, cómo sabes qué soñé? Porque fue un sueño, ¿verdad?
– Te gusta preguntar sabiendo las respuestas. Eres peculiar, eso necesitamos. Sé que te preguntarás quienes <<somos>> y te sorprenderá saber que hay más de un ser escalofriante como yo. Te debe bastar con saber que puedes y debes desarrollar la inteligencia que se te ha heredado...
— Señor, ésta es la última parada. ¿Está usted bien?
— Sí-si, estoy bien... Gracias. Aunque me quedaba hace una parada.
— Aquí giro. Puedo regresarlo sin inconveniente alguno.
— Señor, gracias. Un favor más... ¿podra encender la radio? Es para no repetir la siesta. Por favor, y lamento la molestia.
– Entendido.
Comentarios
Publicar un comentario