La ventana



  Parecía temprano para todos en la ciudad, menos para Frederic. Para él apenas comenzaban las veinticuatro horas, se trataba de un desajuste horario personal conocido como insomnio no diagnosticado. Mientras sus hermanos, madre y padre descansaban, él ejercitaba sus dedos índices y pulgares con un par de videojuegos.

  Frederic vivía con cuatro personas y gracias al esfuerzo de dos de ellos, sus padres, habían logrado pagar una casa de tres plantas.

  El jóven jugaba en la ultima planta, siendo el único en ésta. Acostumbraba a escuchar el sonido del control siendo manipulado por sus manos, el bajo volumen del videojuego, su respiración y su hambriento estómago. Era mucha ansiedad para Frederic. Así que para sesar una de tantas, cogió cereales con leche y un paquete de galletas para mantenerse despierto.
La leche estaba fría y en invierno todos la prefieren caliente.

  Encendió la estufa y la leche comenzó a hervir. No quiso ensuciar más platos y decidió verter la leche de la olla en la misma taza, obteniendo como resultado crema dental sobre su dedo anular -recién quemado-. Para cuando volvió a su asiento había transcurrido media hora y eso no estaba en sus planes, ahora tendría que masticar mientras jugaba para culminar el par de videojuegos.

  Comenzó a comer galletas y escucho un ruido diferente, así que, estando solo pensó que solo eran gatos rompiendo la basura. Le sonido le molestaba. Detuvo el videojuego e hizo lo que hace dos horas su madre le había pedido amablemente. Botó la basura y regresó al sillón.

   El sonido persistía y su molestia volvía. Parecía venir del cuarto de huéspedes; eso le permitió concluir que eran gatos allanando su espacio. Caminó hacia el cuarto de huéspedes, pero no había ninguna ventana abiertas. Para su sorpresa, la habitación estaba fria. Estaba helada. Apagó rápidamente la luz y salio, pero para estar seguro quiso regresar a cerrar la ventana con seguro, encendió la luz y se encontró con la ventana abierta.

 <<Muchos videojuegos por hoy>> pensó, queriendo hallar serenidad. Aseguró rápidamente la ventana, apagó la luz y cerro la puerta, volvió al sillón para retirar el juego, apagar la consola, llevar los empaques de la galleta y la taza en la que había servido cereales con leche. No jugaría más, estaba decidido.

  Su corazón estaba acelerado y sus pies le seguían el ritmo. Subió las escaleras de par en par hasta llegar a la segunda planta de su casa y continuó, pero ésta vez fracasó al intentar disminuir la frecuencia de su respiración. Viotič se levantó exaltado, aunque  con un tono de voz moderado y le preguntó a su hermano:

   –Mamá y papá se despertarán, ¿quieres que hablemos en el cuarto o te dormirás?

–Lo siento. Pensé que eras papá, sus pasos son similares. Te agradezco, pero ve a descansar y mañana te platico un poco de lo sucedido.

–¿LO SIENTES? -contorsionando un poco el rosto, sarcásticamente preguntó Viotič- quien sea que te haya hecho algo: regresame a mi hermano.

  Frederic sabía que su hermano mayor bromeaba, así que ambos se rieron.

   No fue suficientemente moderado el tono de voz, porque su padre se levantó preocupado y les hizo saber lo importante que era no reírse a ciertas horas de la madrugada. Ambos fingieron interés y al despedirse se fueron juntos al cuarto de Viotič para seguir platicando.

  Hablaron de todo, menos de lo sucedido en planta baja. Viotič sospechaba sobre lo ocurrido, pero lo persuadió. Ambos sabían que si iniciaban la plática no terminarían sino cuando su padre se molestara.

  Amaneció y ambos se encontraron con que habían dormido en la misma cama. Viotič permaneció en su cama y Frederic se dirigió a su cama. Descansarían unos minutos más.

  "Ven, salgamos. Ya es hora de despertar, dormilón"
Eso escuchó Frederic. No habia terminado de abrir sus ojos cuando su cuerpo nuevamente se estremecía al sentir aquellas temperaturas a las que no se solía someter.

   Ya no había nadie. Inmediatemente pensó que era una pesadilla relacionada con su madre. Fue a la habitación de sus padres y ninguno estaban. Pensó que sus padres estarian trabajando. Decidio bajar escalones para verificar si su madre estaba o no en la casa, pero concluyo que era una alucinación.

   Justo cuando se iba, su hermano le hizo compañía. Ambos estaban consternados. Habia soñado nuevamente con su madre, hacia años que no les ocurría.  Se preguntaba si estaría viva, trabajando, durmiendo y sobretodo, si estaría interesada en volver a verlos.


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