Pasos contados
Uno, dos, tres, cuatro... ¡ALTO!
Uno, dos, tres...
Saúl dejó de susurrar por un crujido. Se estremeció y la curiosidad lo invitó a emprender caminata hasta donde parecía haberse originado el sonido.
Sólo era el sonido de algunas hojas secas junto a una vara de madera pisada. Sabía lo que ocurría en el pueblo. Ahora no seria alguien incapaz de controlar sus nervios, no quería terminar mal. Tomó la rama que se posaba frente a su pie izquierdo. Tenía el cabello largo, asi que lo soltó y cogió un par de rocas para darle un uso a ambos.
Se alejó del bosque y caminó hasta la tienda de su tía materna Magnha. Habían muchas personas en la tienda, pero no estaba su tía. Algo pudo sucederle, eso pensó hasta que dejaron de hablar los clientes y sus oídos identificaron la voz de Magnha en medio del silencio.
Su tia lucia irritada, él queria razones y agradecería saberlas. Magnha era diferente ante sus ojos.
No conoces la belleza interior de una persona sino hasta que la comprendes. Deseaba que la comprendieran, que el pueblo la respetara como ser humano, pero estaba conciente de que ese deseo no saciaría.
Dejo de mirarla y pidió a la clientela que salieran, agregando que no venderian más sino hasta la manana siguiente. Esperó que éstos salieran para así conversar sin oyentes indeseados.
–Tía, ¿qué ocurre, por qué no brillan tus ojos ni tu sonrisa? ¿Ha sido el Príncipe Annitya?
–Tú no te preocupes.
–No me pidas eso, eres como mi madre. Por favor, no lo vuelvas a hacer.
Sé que el pueblo nos ha estado vigilando...-decía mientras apresuradamente cerraba las ventanas. Asimismo, las cubría con el amarillento trozo de tela- hoy fui al parque, de nuevo sentí que alguien me perseguía. Sentí nuestra vulnerabilidad frente a "la realeza", no sé controlar mis impulsos cuando siento que él nos vigila. Sé que sabe que hay más como nosotros.
–Eres el hijo que nunca tuve, me duele imaginar lo que te sucedería... Lo que nos sucedería. -Culmina tras notar que su voz y su alma habían sido debilitada, culpaba sus ideas, los acontecimientos-.
–¿Te refieres a la decapitación? No tengas miedo de ello; somos inocentes. El inocente no le teme a la muerte, es el asesino quien piensa que se libra de ella. Nuestros dones son para ayudar, ayudemos hasta más no poder. El pueblo nos amará y no lo permitirán, así será; lo decreto.
–¿Realmente lo crees?, ¿crees que ellos son capaces de retar al Rey Velk por sólo amor? Si piensas que es nuestra única salvacion tendremos que despedirnos hoy mismo.
El Príncipe vino, por ello mis ánimos pesan. Él no es como su padre, me informó que sus tropas te vieron, pero que no te hicieron nada porque sólo querían asustarnos. De no ser por el Príncipe, estaría llorando asustada por tí... pero tengo un plan mediocre. -cogió una vela y un libro, señalando la página 72, personajes de cera-.
Emprenderían su plan, su engaño. Magnha cojería pinceles, fotografías y pinturas; su sobrino iría por grandes cantidades de cera, haciéndole creer al vendedor que sería para elaborar productos, luego los vendería. Lo convenció y volvió a casa.
Desde ese día, ambos agradecían a la vida la oportunidad de verse al llegar de la tienda tran comprar cera. Era inquietante imaginar que un día podrían quedarse solos; ella sin él, él sin ella. Aún así, lograron realizar esculturas de cera. Había llegado el momento.
El Príncipe Annitya no sabia el plan; lo engañarian a él, al pueblo y al Rey. Tocó su puerta amablemente, informándoles que su padre y el pueblo buscarian a Magnha, seguido de su subrino para asesinarlos. Eran los ultimos hechiceros, deseaban extinguir la hechiceria como diera lugar.
Annitya estaba deshonrando su pueblo y a su padre por amor a Magnha. Se conocieron y desde entonces él era el príncipe y ella la hechicera; no estarían juntos, al menos no en esta vida.
Usaron los muñecos para engañar el ejército.Ellos creian que Magnha y Saúl dormiría. Mientras su dobles actuaban, ellos escapaban ágilmente. Magnha derramaba lagrimas por Annitya, pero no permitiría que decapitaran a Saúl.
No eran tontos. Ambos sabían que tanto el Rey como el Príncipe y su ejército los buscarian. El principe lo haría por amor, esa era lavictoriosoa diferencia. Magnha escribió una carta apresurada en la que sólo quiso dejar una pista, esperando el Principe la hallara.
"Seis hasta el mar;
Vista hacia el frente y dos pasos atrás, sigue comiendo en el mismo lugar."
Ningún integrante del ejercito habia jugado con Magnha, el Principe era el unico niño que jugaba con una niña a escondidas en un pueblo. Más nadie entendería esa dirección, más nadie los veria. Al menos, no primero que Annitya.
Uno, dos, tres...
Saúl dejó de susurrar por un crujido. Se estremeció y la curiosidad lo invitó a emprender caminata hasta donde parecía haberse originado el sonido.
Sólo era el sonido de algunas hojas secas junto a una vara de madera pisada. Sabía lo que ocurría en el pueblo. Ahora no seria alguien incapaz de controlar sus nervios, no quería terminar mal. Tomó la rama que se posaba frente a su pie izquierdo. Tenía el cabello largo, asi que lo soltó y cogió un par de rocas para darle un uso a ambos.
Se alejó del bosque y caminó hasta la tienda de su tía materna Magnha. Habían muchas personas en la tienda, pero no estaba su tía. Algo pudo sucederle, eso pensó hasta que dejaron de hablar los clientes y sus oídos identificaron la voz de Magnha en medio del silencio.
Su tia lucia irritada, él queria razones y agradecería saberlas. Magnha era diferente ante sus ojos.
No conoces la belleza interior de una persona sino hasta que la comprendes. Deseaba que la comprendieran, que el pueblo la respetara como ser humano, pero estaba conciente de que ese deseo no saciaría.
Dejo de mirarla y pidió a la clientela que salieran, agregando que no venderian más sino hasta la manana siguiente. Esperó que éstos salieran para así conversar sin oyentes indeseados.
–Tía, ¿qué ocurre, por qué no brillan tus ojos ni tu sonrisa? ¿Ha sido el Príncipe Annitya?
–Tú no te preocupes.
–No me pidas eso, eres como mi madre. Por favor, no lo vuelvas a hacer.
Sé que el pueblo nos ha estado vigilando...-decía mientras apresuradamente cerraba las ventanas. Asimismo, las cubría con el amarillento trozo de tela- hoy fui al parque, de nuevo sentí que alguien me perseguía. Sentí nuestra vulnerabilidad frente a "la realeza", no sé controlar mis impulsos cuando siento que él nos vigila. Sé que sabe que hay más como nosotros.
–Eres el hijo que nunca tuve, me duele imaginar lo que te sucedería... Lo que nos sucedería. -Culmina tras notar que su voz y su alma habían sido debilitada, culpaba sus ideas, los acontecimientos-.
–¿Te refieres a la decapitación? No tengas miedo de ello; somos inocentes. El inocente no le teme a la muerte, es el asesino quien piensa que se libra de ella. Nuestros dones son para ayudar, ayudemos hasta más no poder. El pueblo nos amará y no lo permitirán, así será; lo decreto.
–¿Realmente lo crees?, ¿crees que ellos son capaces de retar al Rey Velk por sólo amor? Si piensas que es nuestra única salvacion tendremos que despedirnos hoy mismo.
El Príncipe vino, por ello mis ánimos pesan. Él no es como su padre, me informó que sus tropas te vieron, pero que no te hicieron nada porque sólo querían asustarnos. De no ser por el Príncipe, estaría llorando asustada por tí... pero tengo un plan mediocre. -cogió una vela y un libro, señalando la página 72, personajes de cera-.
Emprenderían su plan, su engaño. Magnha cojería pinceles, fotografías y pinturas; su sobrino iría por grandes cantidades de cera, haciéndole creer al vendedor que sería para elaborar productos, luego los vendería. Lo convenció y volvió a casa.
Desde ese día, ambos agradecían a la vida la oportunidad de verse al llegar de la tienda tran comprar cera. Era inquietante imaginar que un día podrían quedarse solos; ella sin él, él sin ella. Aún así, lograron realizar esculturas de cera. Había llegado el momento.
El Príncipe Annitya no sabia el plan; lo engañarian a él, al pueblo y al Rey. Tocó su puerta amablemente, informándoles que su padre y el pueblo buscarian a Magnha, seguido de su subrino para asesinarlos. Eran los ultimos hechiceros, deseaban extinguir la hechiceria como diera lugar.
Annitya estaba deshonrando su pueblo y a su padre por amor a Magnha. Se conocieron y desde entonces él era el príncipe y ella la hechicera; no estarían juntos, al menos no en esta vida.
Usaron los muñecos para engañar el ejército.Ellos creian que Magnha y Saúl dormiría. Mientras su dobles actuaban, ellos escapaban ágilmente. Magnha derramaba lagrimas por Annitya, pero no permitiría que decapitaran a Saúl.
No eran tontos. Ambos sabían que tanto el Rey como el Príncipe y su ejército los buscarian. El principe lo haría por amor, esa era lavictoriosoa diferencia. Magnha escribió una carta apresurada en la que sólo quiso dejar una pista, esperando el Principe la hallara.
"Seis hasta el mar;
Vista hacia el frente y dos pasos atrás, sigue comiendo en el mismo lugar."
Ningún integrante del ejercito habia jugado con Magnha, el Principe era el unico niño que jugaba con una niña a escondidas en un pueblo. Más nadie entendería esa dirección, más nadie los veria. Al menos, no primero que Annitya.



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