Sin fórmulas.


    
Soy Teresa, una chica con cuyos veinte años no parecian ser suficientes para iniciar una relacion amorosa saludable.
 
    No se molesten: Ya he tomado tiempo para conocerme, tiempo para compartir con mi familia, tiempo para la vida profesional, etc. He consultado con amigos, familiares y hasta con la misma pareja, pero ellos no hallan respuestas. Ellos mienten, lo sé. Existe una sola respuesta para una sola pregunta que es alterada según el valor moral que predomine en el emisor. Si la sinceridad impera, es posible que
pronunciemos lo primero que pensemos; si la amabilidad reina, es posible que pensemos tanto en la interpretación del oyente e ir descartando hasta no hallar qué decir. Basándome en ello, concluyo que ellos mienten: me aman lo suficiente como para decirme en qué me estoy equivocando.
 
  Aun sabiendo esto, les repito la pregunta. Les comparto mi idea de que: quien ama corrige sin importar que tan dolorosa sea la realidad. Porque la realidad es subjetiva, entonces, volviendo a los valores que predominen, ellos hallaran la forma de decirlo sin eliminar la naturaleza de la idea principal.
 
   Una vez relatado lo que he hecho para despejar mis dudas, mencionare lo que no he hecho.

   Un poco absurdo, ¿no? ¿Para qué comentar sobre lo que no has hecho? De saber qué es lo que le falta a mi lista, ya lo habría hecho. Siendo yo, ya lo habría hecho. Así que no mencionare lo que no he hecho. Continuare con lo que sí he hecho o mejor aún; les contaré las relaciones de amistades cercanas a una amorosa.
   
  Comenzaré desde el principio. Eso no significa que por ser el primero indicaré que fue el mejor o alguien más importante que los demás. Al contrario, primero contaré los que menos relevancia tuvieron hasta culminar con el más significativo. El primer beso, desde ahí iniciaré.
 
   Mi primer beso no fue planeado, fue hurtado.
 
   Ahora que lo comento, dudo de catalogarlo asi; como mi primer beso. Sin embargo, culminare la descripción.
 
     Fue infantil, pero ¿qué se podría esperar? Cursaba quinto año de primaria y había cumplido mis ocho años. Él jugaba y se rompió el labio inferior de la boca, así que me acerqué a mirar qué tan grave estaba y sucedió. Yo sólo me alejé.

   El primer chico que me gustó. No lo recuerdo con exactitud. Recuerdo a un compañero de clase que me gustaba, ya saben: la típica chica caracterizada por ser timida. A esa edad no hay inconveniente alguno. Continuamos estudiando en la misma institucion hasta culminar secundaria juntos. En secundaria fue eliminando el muro emocional, pero cuando él quiso expresarse ya habían transcurrido cinco años desde que lo veía sólo como amigo, así que no continuamos: ni como amigos ni como primera relación. Ambos nos separamos sin haber iniciado una relación más allá de amistad.
 
    La segunda relación de amistad no fue por más de dos años.Fue un chico mayor, al que conocí en la clase de ballet. Él no practicaba ballet, su madre era la instructora. Iniciamos una amistad y desde entonces nos quisimos. Ninguno fue capaz de expresar con palabras con que queríamos que sucediera, pero se debe a que él conocia mi opinión de las relaciones en las que hay diferencias de edades. Aun así, me gustaba. Esta vez, sin querer hacerlo, me alejé. Inicié los estudios universitarios y las presentaciones de ballet las dejé a un lado.

     Por tercera vez, conocí a un chico con el que pensé que sucedería algo. Sí sucedió algo, pero no lo suficiente como para iniciar la primera relación. Como personas no debemos actuar esperando a cambio las mismas acciones, pero tampoco esperamos acciones negativas. En pocas palabras: el amor necesita equilibrio y él desequilibraba. Conversamos, pero hoy en dia sólo sabemos nuestros nombres y lo que sucedió.
 
    Al transcurrir un año, conocí a una persona extraordinaria, encontramos equilibrio, ambos expresamos la admiración, el afecto que sentiamos hacia el otro e iniciamos nuestras primera relacion amorosa. Fueron dos años agradables, pero estabamos separados por Estados y no sucedió más. No me alejé, esta vez continuó nuestra amistad,  pero había regresado el muro emocional que me caracterizó. Ya no tenía ocho años, asi que sí era un inconveniente. Parecía que había echado todo mi aprendizaje a la basura.
   
   Continué mi vida profesional y por esta misma, preparé mis maletas y emprendí mi viaje a Chile. No estaba cerca de mi familia, sino de colegas. Comencé a ir a la iglesia gracias a uno de mis compañeros de trabajo y pude comprender qué faltaba en las relaciones anteriores.  Sin ser experta, conocí la verdad, mi verdad. No hay nada mejor que eso.  
   
   Posterior a encuentros religiosos me topé con miles de personas. Miles de personas con una extensa lista de problemas menores al mío. Supe cuán afortunada era. Noté algo que no habia visto; conocí una forma de amar efectiva. Ví las expresiones de aquellas personas antes de iniciar sus oraciones, estaban desconsolados; ví sus rostros al culminar sus oraciones, estaban aliviados. No es marketing, lo ví con mis ojos y hoy después de escribirlo lo comparto.
 
   Entendí que para amar no tenemos que estar cerca, entendí que seguía estructuras y que por ello no iniciaba una relación emocional saludable. Sin uir uno del otro, sin herirse, sin falsas promesas porque al amarnos no pensabamos en lo demás que pudiera suceder. Aprendí a sentir sin tocar.
 
   Lo había amado y él a mí. Ahora no nos separaban Estados, él vivía a cinco horas de conducir partiendo desde Chile. No era razón suficiente para dejarlo. Tomé el celular e inicié una conversacion. Posteriores a esos mensajes llegaron encuentros y posterior a esos encuentros surgieron besos y demás actos.
   
   Sabía que él me amaba y yo a él, con furor. Decidí dejar de ser achapada a la antigua, como me describian mis colegas, y una noche lo invité a una exposición de mis pinturas. Él aceptó y sólo quedaba esperar  que aceptara una segunda invitación.

   Él llegó, estaba hermoso. Notó que me habia maquillado y lo comentó, eso me incomodó, pero no disgustó. Tomamos el brindis y faltaban minutos para cerrar la exposicion. Decidí usar la copa para más que beber champaña; tomé el tenedor y cuidadosamente golpeé el vidrio de esta para llamar la atención. Tomás se sorprendió, parecia desconocerme. Tomé su mano y sus ojos brillaban.

   “  Buenas noches a todos. Permitanme un poco de atención, seré breve.

  Mi mano sostiene otra en este momento. Ambos temblamos y estamos fríos, no sé por qué él está frío... Pero no vine a especificarles nuestras temperaturas corporales.
Vengo a recordarle a este hombre que lo amo. Además de ello, queria darle una maravillosa noticia: seremos padres.

  Tranquilo, tesoro, sabía que te emocionarias, pero no es todo; Ésta vez quiero proponerte algo que no estaba en mis planes.

   ¿Quieres casarte conmigo? Aquí estoy contigo, teniendo un presente deseando sea parte del futuro."

   No había visto ningún hombre llorar, no detrás de las pantallas. Esa noche fue magnifica. Tuvimos una luna de miel antes de tiempo, pero ya vendría una planeada.
   Aprendí que el amor no entiende de tiempos, sino de fuerzas.

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