Insondable.
Lágrimas
cayendo al vacío, sin alguien o algo que las sostuviera. Pensamientos sin más refugio que una mente saturada, dejando
dudas e insomnio cual perfume de jardín;
Sin espacio para más.
Es
que no comprendía y eso lo exasperaba. Osumane pertenecía al grupo de adolescentes sin
rumbo. Pero además de pertenecer a esa multitud, pertenecía a un subgrupo al que le
disgustaba pertenecer. Era cuestión de tiempo; <<todos diambulan>>, aunque no le gustara
generalizar.
Osumane había tomado más de diez semanas buscando algo que, a su criterio, fuera
productivo. No hallaba pasatiempo. A decir verdad, no hallaba tiempo. Le
regalaba sus noches al insomnio y cuando el sol salía sus ojos se cerraban, sin dejarle
ganas ni tiempo para producir algo propiamente suyo. Ésto, cada veinticuatro horas durante un año. Estaba perdido, eso concluyó.
Emprendería un rumbo partiendo desde sus raíces. Después de todo, no sería
desconocido, aunque transitaría nuevos paisajes. Esa noche no durmió, pero solo fue porque alistaba sus
maletas y compraba el boleto en línea. Buscó en su caja de documentos su cédula y su pasaporte, pero éste segundo
no estaba allí: Había extraviado su pasaporte, no tenia idea de donde lo habia dejado.
Al salir el sol iría donde estuvo hace días atrás.
Buscó la batería de su teléfono celular, así mismo su cargador y una vez cargado le escribió a Tamara.
Ella no respondió, así que decidió ir a su casa. Tomó su Bennotto y pedaleo hasta llegar a casa de Támara. Su
madre abrió la puerta y aún sorprendida de verlo, le notificó que subiera a la habitación de
Tamara.
Subía las
escalera mientras calculaba lo bella que Tamara estaría. Hacia días que no la veía. “Demonios, han
sido cuatrocientos doce días. Qué estúpido. Me mentía al decir que solo eran días; ha sido más de un a..." –Tamara interrupió su pensamiento–. Osumane no habia tocado ni una vez y ella abrió la puerta.
Era extraño, pero no ilógico. "¿Qué persona no volvería a abrir su puerta sólo porque su amigo no ha salido de su casa por cuatrocientos doce días? Es egoísta la
interrogante".
Decidió detener sus ideas por minutos para saludarla. No fue inusual: la
miró, sonrió y preguntó si estaba bien; Ella confirmó subiendo y bajando la cabeza, regresandole
la pregunta. Él respondió que estaba bien y le recordó aquella vez que habían estado
cenando; vez en la que accidentalmente dejó el abrigo con el pasaporte. Ella
pidió que aguardara un minuto para buscarlo y regresarlo en sus manos. Él
aguardaba en la puerta de su habitación mirando una maleta sin cerrar sobre la cama y ella se percato y
comentó que se mudaría al otro lado de la ciudad para continuar sus estudios
universitarios, él sonrió y se despidieron una vez que ella cerró la maleta.
Osumane bajó las escaleras, le abrieron la puerta, se despidió de la madre
de Tamara para comprar el boleto con destino a Israelí en linea. Seleccionó el vuelo a
las 13:00 hrs así que almorzaría antes de ir al aeropuerto, pues no tardaba más de quince
minutos por la cercanía.
Almorzó y antes de salir de casa quiso llamar a sus familiares: mamá, papá y hermanos.
Sólo seria una
llamada porque sabia que estarían almorzando unidos y que tan solo pidiendo activar el altavoz
todos en la mesa lo oiría. Les recordo cuanto los amaba y ellos alegremente le invitaron a
comer. Fue entonces cuando Osumane les comentó que iría de viaje a Israelí, aceptando
la invitación.
Subió al avión y una azafata le ofreció enseguida un trozo de pastel, una ensalada de frutas, una gelatina
y un frasco on agua saborizada. El prefirió el agua sabor a jamaica y preguntó por
galletas, así que la azafata le ofreció galletas y él las tomó, incluyendo el agua saborizada. Recordó asegurar el cinturón y
finalmente se retiró la asafata.
Despegaron e inició la lectura de un articulo respectivo a la determinacion. Al
terminarlo no sentía que había aprendido algo nuevo, que por lo general esa era la sensación que
presentaba al culminar una lectura. Sabía que la determinacion no era algo
conocido para él. Quería conseguir su determinación y había emprendido el viaje por ello: decidiría qué carrera universitaria elegir, si
vivir o no en Israeli con su familia, si iniciar una relacion con Tamara o si
simplemente tener tiempo para sí mismo. El vuelo había terminado y debía salir del avión.
Camino a casa de sus padres y también su hogar, cojió unas flores
del jardín de su vecino sin que éste se diera cuenta. Tocó el timbre y entonces su madre abrió la puerta, le besó la mejilla y
Osumane le ofreció las flores recién arrancadas. A espaldas de su madre estaba su padre y hermanos, éste fue y los
saludó. Tocaron su hombro y él queriendo saber giró su rostro. Era Tamara.
–Hola, Tamara ¿cómo llegaste
aquí? -pregunta Osumane, sorprendido-
–Osumane,
quise hablar con tus padres. Me tenias preocupada: hacia un año que iniciaría tu carrera,
pero no la iniciaste; hace un año que no salias de tu casa y sólo sabíamos que
estabas vivo. Si no fuera por el pasaporte muy posiblemente solo habrias venido
con tu familia. Tu rostro y tu mirada me indican que no has descansado bien. ¿Qué te ocurrió? No pareces
el mismo. -Támara susurraba con la intencion de no alterar el orden en casa, pues
solo era invitada, aunque los conociera hace más de dos años-
–Tamara,
tranquila. Todos nos hemos perdido, sólo me ocurrio eso. Por suspuesto que no soy el mismo; he querido
mejorar mi versión. No me arrepiendo de haber estado así en casa, aunque haya sido egoísta... Pero
por ésto podriamos hablarlo luego si deseas.-Osumane culminó saliendo del
comedor, llegando a la cocina-.
Tamara se sorprende de su tranquilidad para conversar el tema, aunque
ella lo llamara "evadir". Decide quedarse en el comedor mientras
Osumane buscaba los platos, vasos y cubiertos para que su hermano Luis los
organizara en la mesa antes de servir la comida. Agradecieron a Dios por la
oportunidad de comer, por estar en familia y en el momento que oraban Osumane
sintió aquello que hace un año no sentía por creer que la vida era
complicada. Paz y compañía; eso le ofreció su familia y la compañía de Tamara. Agradeció haberla conseguido aquella tarde y concluyó que esa era su zona de confort; aún era un
adolescente que iniciaba su vida independiente. Ya elegiría una carrera
universitaria y alguien que lo acompañara fuera del vínculo familiar, por ahora seguiría
trabajando y disfrutando de su vínculo familiar y sus amistades.
Él
no dejaba de ser conciente con respecto a su futuro, pero no había razón de
torturarse. La tortura desde esa semana había renunciado y estaría disfrutando
del sueño insondable.
Algo así como una búsqueda de sí mismo. Creo que puedes continuar esta historia tan bien como ahora. Este y Calle 22 no tienen mucha pinta de terminar donde quedaron. :)
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