Bandeja de oro


Solté una frase que, sin ser lo que querían escuchar mis oidos, me calmó:

   “Quieres llorar por todo, así no saldrás del estancamiento emocional. Además, no eres la única persona aquí. Egoísta.”

   Limpié mis lágrimas, lavé mi rostro de tez oscura, fijé los ojos en el espejo y sí; ya no habían rastros de inestabilidad. Me sorprendía, pero no pretendía esconder dicha inestabilidad. Me sorprendía lo rápido que se iba la tonalidad después de soltar lágrimas. Fue gracioso porque imaginé a un albino llorando y lo complicado que seria para él o ella llorar sin indicios de haberlo hecho. Me sentí afortunada. Finalmente giré el seguro de la puerta e inicié una conversación Jõao al salir del baño.

  —¿Vas a comer o no? -preguntó João después de haberla esperado en la mesa-

  –Sí, si comeré. -Respondí y observé su mirada, queriendo saber si Jõao notaba algún desanimo en mí. Parecía no haberse fijado en ello-.

  –Siéntate pues, Margarita. Quiero hablar contigo sobre un tema relevante, pero posterior al almuerzo. -Continuó la conversacion, aunque me parecía extraño que quisiera hablar conmigo de algo que, según él, era reelevante. Es decir, frecuentabamos a iniciar temas reelevantes, pero no era necesario decirlo antes de iniciar.- Cóme tranquila, buen provecho.

  Sólo lo miré y mantuve la calma. Lo que fuese que conversáramos, ya lo hablaríamos y no tendría sentido imaginar lo que sería. Me dediqué a disfrutar el delicioso plato en el que habia sabor y cultura. Al culminar mi pabellon criollo lavé el plato y João regresó a la cocina para iniciar la plática.

  –Estoy para tí, te escucharé. -Noté que él habia sobrecargado su mente con palabras modestas antes de iniciar la conversacion. Eso lo agotaba, pero seguía haciéndolo.-

  –Creeme que busqué palabras para decirlo de la mejor forma, pero no las hallé. Lo diré como sea; espero no hacerte molestar. -Inhaló y exhaló, eso me preocupó un poco. Me gusta el drama, pero no tanto el suspenso -. La Sra. Georgina se nos vá.

  –¿Georgina se nos vá, a dónde? No entiendo.

  –Si crees en Dios te diré que se irá con él. De lo contrario, es suficiente con decirte que morirá. Ayer le diagnosticaron gangrena gaseosa, sábes que ella es diabética... Sabes también cuanto nos ama. Me gustaría ir al hospital hoy, hacer tantas cosas con ella; abrazarla, ver El Gourmet con ella, prepararle pie de limón bajo en azúcar y...

   Su corazón era de cristal y pude sentir cómo se quebró. Rompió en llanto  Él no tenía idea que hace minutos atrás también lloraba con el mismo motivo. Quise abrazarlo, pero después de abrazarlo ambos romperiamos en llanto. Nos dolia tanto que probablemente perderiamos las fuerzas hasta el punto de caer al suelo o en la cama con el nebulizador, porque soy asmática.

  Dejé que llorara solo. Únicamente posé mi brazo sobre su hombro, indicándole que no estaba sólo, pero que quizás eso quería.

  Transcurrieron algunos minutos y regresé con él. Quise darle palabras de aliento, quería ir al hospital con él. Eso hicimos. Antes de ir quisimos hacer algunas compras, pero redujo la lista porque no era nuestra intencion recordarle que moriría. Además, conocíamos a la Sra. Georgina y ya esperábamos su sermón por gastar dinero <<innesariamente>>.

  Compramos margaritas, rosas y un tres trozos de pie. Abrí la puerta y la ví antes que João,  él no quería llorar. Queriamos ser el antónimo de muerte para ella, ese era nuestro plan.

  Ella me miró y con su mano me indicó que había un espacio que podía ocupar en la cama de la clínica. Respondí con una sonrisa y sostuve la puerta hasta que Jōao diera un paso hacia delante para cerrarla. Besamos su mejilla y ocupé el espacio que me indicó, posterior a eso, le hizo saber a João que habia espacio para él también.

  El ambiente de la clinica me deprimió un poco. Decidí buscar los trozos de pie de limón y encendí la television en su canal favorito.

   Vaya que sí echaba de menos esos dias. Dias en los que la unica preocuoacion era realmente vivir; no habia una deuda en mente, no habia cita alguna, sólo eran dias de estar jugando, conversando, comiendo. Eso si que era vida. Comencé a recordar cuando la Sra. Georgina nos cuidó por primera vez. Papá trabajaba mucho y mamá también, así que ella seria nuestra niñera <<temporalmente>>.

  Nos enseñó tanto que no sabría devolverlo. Fue una abuela para nosotros, porque mamá no dejaba de ser una madre al trabajar, ella y papá solian turnarse y eso nos gustaba. Habian dias dertivos, dias de cine, dias culinarios,etc.  Eran habitos maravillosos en los que la Sra. Georgina no faltaba.

   Yo estaba en un espacio paralelo al de Jōao y Sra. Georgina, pero ninguno hablaba. Quise romper el hielo al compartir el recuerdo que tenía, pero preferí no hacerlo, quise crear recuerdos nuevos. Se me ocurrió una idea.

  ¡Benditas sean las preguntas, las amo! Miertras comiamos pie recien horneado de la pasteleria, quise saber cuál era su sueño, cuándo fue la primera vez que probó pie de limón y en dónde lo probó. 
  No había conocido a alguien que le apasionara tanto un postre, que lo disfrutara tanto. Tomando en cuenta esto, las preguntas no serían tontas para ninguno de los que se encontraban en la habitación.

 No tardó en responder.

  –Maravillosa pregunta. -dijo mientras estiraba su espalda para sentarse, apoyándose de una almohada a mi lado. Estaba agotada, podía verlo en sus ojos, su ventana al alma- Mi sueño fue ser repostera. No lo fui porque no tuve a quien me acompañase a cumplirlo, quien me ayudara económicamente. Cuando conocí a alguien, él se marchó. Un amorío a temprana edad que terminó como comenzó: mal. Él era reconocido por ser buen empresario, asi que pronto tendria una oferta para salir del lugar donde viviamos. Meses antes, me pidio verlo para despedirnos y así sucedio. Fuimos a una pasteleria reconocida, de lujo. No esperaba lujos, su compañía me bastaba, pero no nos vimos sino para despedirnos.

    Había un plato nuevo en el menú que días anteriores había sido la sensación. Quise probarlo; lemon pie. Recuerdo que regresé dos noches a la pastelería por el deseado lemon pie. Aventura tras aventura; los conocí a ustedes y mi alma cobraba vida al cocinarles. 

    Esos últimos dias nos compartió más que una experiencia amorosa, una receta, sonrisas, abrazos, sueños y las esperadas lágrimas de lo que creía ser un <<adiós>> convertido en un <<hasta pronto>>.

    Sé que desde el cielo sonríe y está orgullosa de lo que he logrado al lado de mi hermano, de nuestro restaurante. Ella fue quien me convirtió en un ser apasionado por la vida. No fue su pais ni el mismo plato, pero descubrí cuál me apasionaba y eso lo hacia ser el indicado. Ella me indicó el camino y me hizo sentir capaz.

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