Lo que la vida me debe
Mis hombros. Recuerdo que estaban tensos. Lo suficiente para causar incomodidad. Mi respiración era lenta, pero pesada. Mi mandíbula, al igual que mi espalda, carecían de relax. — Bueno, entonces ... ¿me vas a decir que demonios te sucede o solo vas a permanecer en silencio mientras tienes esa cara? — ¿Qué quieres que te diga? dije, mientras era consciente de mi rostro poco alegre. — Que me digas qué tienes. Ayer no estabas así. Yo permanecía callada mientras veia a Daniel efuscarse. No comprendo por qué las personas pretenden que frases como ''ayer estabas bien'' harán que reflexione o que brote confianza. Solo me irritan más y más. — ¿Sofia, estás? preguntó moviendo su mano cerca de mis ojos para hacerme hablar. — Nada, Daniel. Me gustaría estar sola. Me quedo un rato más en la biblioteca a estudiar y puede que lea uno que otro libro por ocio. — Vale, venga... como quieras. Daniel cogió sus libros de economia y se retiro. Yo ...








